18 de enero de 2010

Esa noche me prometí llorar –Diciembre 31, 00:05 hrs-


No creí que escribir me hiciera tanto bien y tampoco creí que desahogar mis tristezas en un papel me fueran a ayudar. El 30 de diciembre del 2009 me prometí  llorar y desahogar mis penas para llegar al año nuevo renovada y sin peso alguno en el corazón. Quise arrancar mis angustias y olvidar mis errores, no sin antes aprender de ellos para no volver a tropezar. Me senté en mi cama como siempre, tome el bolígrafo y mi cuaderno y empecé a escribir. Anoté la fecha y la hora como si supiera que en algún momento retornaría a ese manuscrito para que fuera narrado.  Dejé fluir lo que en ese momento sentía y esto fue lo que resultó… de mi puño y letra y sin un tachón de corrección. Todo lo que hay aquí es tal como quedó en el papel –que todo lo aguanta como mi triste corazón-:

“En este momento un dolor inmenso en mi pecho se hace cada vez más fuerte que no me deja respirar. No es un dolor físico, es más bien un dolor del alma que se refleja en mis ojos y en mi triste mirar; quisiera llorar hasta ahogarme en mis lágrimas, quisiera poder destrozar esto que siento hasta poder revivir. Me duele tanto el corazón que quisiera…

Me odio a mi misma por ser tan frágil, me odio a mi misma por amar sin límites, me odio a mi misma por no mirar lo que debo y por ver lo que no.

Me odio a mi misma... por mis tristezas, me odio a mi misma por querer sin ser querida. Me odio a mi misma por mirar a los ojos y decir que te quiero. No debería amar, no quiero amar nunca más.

Mi dolor es tan inmenso que siento morir mientras te pienso, mi pulso se debilita y mi corazón se comprime. Es tan inmenso mi dolor que no sabría explicar su magnitud. Un nudo en mi garganta no me deja ni pensar, un nudo que se atasca y no me deja respirar.

Quiero morir sin dolor, porque el dolor ha sido suficiente durante toda mi vida. Quiero morir sin llorar, porque ya he llorado lo suficiente como para crear un nuevo mar. Quiero morir sin tristezas, porque triste he vivido siempre en mi vida y no quiero eso mas.”


Después de escribir, no pude mas seguir. Tiré el cuaderno al piso y solo recuerdo que retorné mi cuerpo hacia la cama posando mi cabeza sobre la almohada abrazándola fuertemente, y con un grito mudo desesperado caí como medio aturdida con un fuerte dolor de cabeza, con los ojos hinchados y la boca seca. Lloré por más de una hora y aun no recuerdo en qué momento me quedé dormida, eso sí, placenteramente como un niño que no tiene nada por qué preocuparse. Desperté y aun con un poco de melancolía me dispuse a cambiar de actitud… me renové y me valoré. Sé que esa noche lloré y me gritaba en silencio a mi misma que me odiaba, pero no soy yo la culpable de nada, solo amé y ¿qué tiene eso de malo? Nada. Continué con mi vida, proyectando mi nuevo camino, mi nuevo andar.

No hay comentarios: