13 de agosto de 2013

Crónica: un día más como desempleado... y con la esperanza de cambiarlo

(Algo largo el texto y las fotos y video de baja calidad, así que ofrezco mis disculpas y agradezco a quien se atreva a leerlo)

Hoy llegué a casa cansada después de un largo trajín. Mi cansancio no era físico (o quizás un poco). Mi cansancio era más de carácter moral, ético y emocional. Sólo puedo decir: ¡Me cansé!... me cansé de ver cómo siguen pasando por encima de las personas más necesitadas, me cansé de las ilusiones maltratadas de las cientas y cientas de personas que vivieron el anhelo de alcanzar una mejora en su calidad de vida y en la de sus familias. Me refiero a la vergonzosa convocatoria realizada para el día de hoy 12 de agosto (y los días 13 y 14) ExpoEmpleo. Les contaré entonces desde mi experiencia y percepción lo que sucedió el primer día:

Salí en compañía de una amiga a las 8 am a abordar el MIO para asistir a una convocatoria que reúne varias empresas de diversos sectores con el fin de promover el empleo en nuestra ciudad, brindando oportunidades a la gente para acceder a ellos. En esta jornada de 3 días con un horario de 9 am a 5 pm, empezó su fracaso en el primer día. Llegamos muy ansiosas e ilusionadas, con cierta curiosidad de cómo sería el proceso, cuánta gente iría, a qué hora estaríamos saliendo... e infinidad de cosas. Llegamos y ya la fila iba larguísima, dando la vuelta por todo el rededor del Coliseo del Pueblo. Nos acomodamos esperando a que fueran las 9 am y que se diera inicio a la jornada, pero pasaba el tiempo y ya media hora pasada y nada. Yo veía que había gente que llegaban con unos folletos donde se resumía los perfiles ofrecidos por las empresas, así que me fuí a la entrada principal a pedir uno. Dejé a mi amiga y me dispuse a tomar camino por el resto de camino pasando al lado de las personas que llegaron después de nosotras... ¡y cosa tremenda! Qué cantidad de gente que había llegando y llegando. Llegué a la entrada y se habían agotado los folletos, pero aproveché para preguntar a los policías de las entradas si tenían conocimiento de la apertura del coliseo, a lo cual me respondieron que entre las 9:30 y 10 am estarían permitiendo el ingreso a la gente. Me enfadé un poco, porque si la gestión era para las 9 am ¿por qué tenían que abrir una hora después?. Dejé así y me dispuse a regresar. 

Estos espacios donde se reúne mucha gente, y más cuando de largas esperas se trata, se permite la socialización al extremo. Así fue como empezamos a conversar varias personas que estábamos cerca: que la demora, que las aspiraciones de empleo, que si trajo hoja minerva o impresa, que si había que llevar certificados de estudio, que al uno le tocó pedir plata prestada pa' llegar, que otros con el mero pasaje para regresar a sus casas... y así. Tanta confianza logramos que hasta la vida nos empezamos a contar. Ya se nos iba haciendo más de tarde y analizábamos las personas que asistían. Desde muchachas y jovencitos inexpertos hasta señores y señoras de mayor edad, algunos muy deportivos en sus atuendos, otros más sencillos y otros más formales (desde corbatas en caballeros y altos tacones en las damas).

Yo me inquietaba, miraba a lo lejos, me salía de la fila, preguntaba a los que iban pasando y no aguanté más, me fuí a comprobar por mi misma qué sucedía. Con otra chica de la fila nos fuimos a averiguar. Unos policías habían en la entrada... me acerco y escucho lo que le dicen a otra persona: "que hay un permiso pendiente por firmar en la alcaldía para dar inicio a la convocatoria" y por eso no empezaban. ¡Jummm! y me he "enchichao" y les dije, "pero como así, ¿no se supone que este evento está avalado por la Alcaldía?" a lo que me respondió un señor (otro en la eterna espera)... "no, que vá... esto no lo están avalando ellos". Me pareció raro, porque en los folletos y medios de comunicación decían que el respaldo era la alcaldía.

No me quedé con la duda sobre la hora de llegada de las primeras personas y como buena periodista en ese momento me dispuse a indagar. En su mayoría las primeras personas formadas eran hombres y me indicaron que desde las 3 am estaban allí. Me sorprendí y yo con el estomago gruñendo pregunté: ¿y han podido desayunar, almorzar? a lo que respondieron que no por el temor a perder sus primeros puestos. Me fuí indignada por este despelote.

Pasaban los minutos y la mañana fría empezó a atenuarse dando paso al imponente y acalorado sol. Incluso por ahí nos dijeron que según hubo eclipse de sol, cosa que no ví ni me pareció. Rumores de pasillo (literalmente). Ya la fatiga nos seducía en esos destellos de medio día que van llamando al hambre, porque nuestro cuerpo sabe que se acerca la hora del almuerzo. Los bostezos abundaban y la paciencia escaseaba. Otro lío: no había servicio de baños cerca y nos tocaba echar carrera al velódromo o al patinódromo a ver si nos hacían el "fa", pero por allá no se pudo. En una de esas, y esperanzadas a que no abrieran todavía (al menos no en nuestra ausencia), echamos pa' Cosmocentro. Tocó pegar caminada a paso largo, con sol encima, fatiga y calor. El tema del camino:"las demoras en el acceso" y el colmo que fuera por culpa de la alcaldía. A nuestro regreso: despistar la fatiga con una picadita pa'l camino, el cual nos quedó "en una muela" como diría un amigo.

Reunidos nuevamente el grupo de personas en espera, y el "corrinche" formado por nosotros seguimos la discusión de la continua espera y a lo que siempre respondíamos "la necesidad tiene cara de perro" así que "si ya esperamos lo más, pues a esperar lo menos". Y así fue: otra hora más, sentados, de pie, en el sol, en la sombra, sobre el concreto y después en una zona verde a un ladito. Nos sentíamos como haciéndole el kamasutra a la paciencia y la espera, un trío patético con la fatiga que nos seguía acechando.


Alrededor de la 1:30 pm y pasa un joven en moto (según él desde la madrugada en la fila inicial) incitando a las demás personas a que nos reuniéramos en la entrada y que fuéramos a tomarnos la calle quinta. No estuve de acuerdo con eso de tomarse la calle quinta porque siempre dije: "el problema es acá, con los de acá... hablemos con los funcionarios" y sintiendo un poco esa Univalluna dormida que nunca saqué a flote en mi Alma máter, la saqué (un poquito) en el coliseo. Nos fuimos -casi todos- y ya había un gran tumulto de gente alegando, chiflando y haciendo arengas. Me acerqué a la puerta y un funcionario hablando. No se le entendía nada por la tanta bulla que había, pero la misma gente pedía por favor silencio y empezó a hablar indicando el problema: 'que la falta de una firma de un permiso de la alcaldía', 'que aún nos quedaba martes y miércoles', 'que mañana podían ir'... y más más excusas. La gente siguió alegando sobre 'cómo se hará la reposición de este tiempo perdido', 'y las listas firmadas qué'... y se volvió un despelote más grande.

Ya decepcionados decidimos irnos, pero llegando a la calle quinta nos encontramos con la gente que de veras se había ido a bloquear la calle quinta. Primero, sentido norte-sur bloqueando no solo carriles del MIO sino también todos los demás vehículos. La gente se formaba en cadena humana para impedir la circulación por todo lado. Alegaban, algunos con cartelitos improvisados y otros gritando: “queremos empleo” y tachando al alcalde y sus secuaces como “mentirosos”... entre otras cosas que se repitieron entre los ciudadanos y que no recuerdo, pero que también repetí entrada ya en el calor de la molestia y el descontento. Se rasgaban y quemaban hojas de vida en símbolo del descontento. 

Habían en el escenario varios buses parados, gente que salían de los mismos molestas por la protesta. Carros particulares y busetas escolares con el retraso encima. Llegaron pocos policías intentando hablar con la gente, pero caso imposible. Algunos guardas llegaron a movilizar y coordinar la circulación del trafico, el cual resultó todo un éxito porque no sabemos cómo ni en qué momento, empezó a fluir por otro lado. 

Una de las cosas, no sé si en medio de mi enojo o de veras porque mi percepción es distinta (ahora), pero me chocó el hecho de que un medio de comunicación (noticiero) según lo relatado por algunas personas de la fila y cerca a la entrada, asistieron juiciosos al coliseo en la mañana a registrar la jornada en sus primeras horas, pero a esta hora de la tarde (ya pasadas las 2 casi 3 pm) donde nunca se abrieron las puertas y donde la gente se sintió ultrajada, burlada y humillada, no apareció ni un “pinche” medio de comunicación como dijo un joven al pie de la Estación Unidad Deportiva. Si mucho vimos un periodista gráfico del Diario Occidente... y ni más. Me indignó pensar que los medios de comunicación no tienen sentido de compromiso, que su compromiso social es nulo, que ellos que son la voz de los que no tienen voz, no aparecieron. Y es que es patético que para que aparezcan los noticieros, diarios y demás, debe ser indispensable y casi como requisito la presencia inminente de  un muerto cuando menos y algunos cuantos heridos. Periodismo amarillista. 


Entonces ¿las marchas pacíficas y la expresión del pueblo no valen? ¡Ahh no! Debe ser prioritario el muerto, el baleado, el borracho que en su carro se lleva por delante unas cuantas personas, la niña violada, las pandillas y así, pero el ciudadano de a pie, el que exige sus mínimos derechos, el que quiere trabajar, el que quiere ser parte del progreso de la ciudad y no lo dejan... a ese que se joda y se defienda como pueda. Esperamos, y esperamos bastante a esa presencia pero no apareció, eso si, los más juiciosos y aplicados en aparecer fueron los del ESMAD y llegando esa parrandada de asesinos se formó el desorden y caos que no se dio al principio. Llegaron imponentes como siempre, retumbando en su andar con sus enormes escudos y gases lacrimógenos. El primer estallido ¡¡PUM!! y esparcidos la gran mayoría. Algunos aún resistían, se buscó mediar y uno de los 'lideres' del bloqueo intentó socializar con esos patanes, pero más que imposible, no se logró nada. Al contrario, nos corretearon hasta la entrada a la estación del masivo y allá agarraron como entre 5 a un muchacho y la gente gritando y no dejando que se lo llevaran. Se fue calmando poco a poco pero algunos volvieron a tomarse el carril del MIO y bloquearon, cuando en esas se regresan nuevamente los del ESMAD. 


Las cosas se calmaron como debía ser, con los hombres de negro presentes. La indignación se conserva, el enojo, el ultrajo, la tristeza y la impotencia de no ser Dios y ayudar a tanta gente que de verdad lo necesita. Yo soy una víctima más de mi sociedad, esa golpeada y marchita que bloquea, no solo vías del MIO, sino los deseos de los que quieren salir adelante y darle lo mejor a sus familias. Falta esperar a la segunda jornada de esta espectacular convocatoria divulgada hace más de ocho días y que ahora ha desilusionado a muchos. Quien sabe si aún le quede ganas a alguien de asistir, porque de verdad, no es tanto las ganas de pararse a hacer una larga fila sino las ganas de trabajar para hacerle frente a la necesidad, esa  “que tiene cara de perro” y que quienes ya aguantaron lo más ¿por qué no aguantar lo menos?